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lunes, 13 de abril de 2020

Prólogo CANTOS DE TIERRA LEYENDA


PRÓLOGO CANTOS DE TIERRA LEYENDA 




Cantos de Tierra Leyenda es una antología compuesta por diferentes relatos ambientados en el mundo fantástico de Tierra Leyenda. Un mundo que su autor, Miguel Costa, fue construyendo en su primera novela Valesïa y posteriormente en Elinâ y Tineâ. Es todo un mundo que al modo tolkiano ha cobrado vida y cuerpo, llenándose de agua y de tierra, de seres mágicos de luz y de oscuridad, de historia y de leyendas. Todo un arte solo al alcance de unos pocos, con la suficiente imaginación como para transportarnos a otras galaxias, a otros universos repletos de magia y de belleza. Esto, indudablemente, lo consigue Miguel Costa, e incluso va más allá y crea también la filosofía y la religión, las creencias sin las que un mundo queda hueco y vacío, carente de sentido.
La antología se inicia, como es tradición en el autor, con un poema, Canto de las tinieblas, con el que nos sumerge ya en su mundo brumoso, lleno de sentimientos, entre los que levita el amor y el sobrecogimiento:

«Añoro eternamente tus besos,
oh, Dama Oscura, oh, mi ángel,
anhelo tus suaves caricias,
caricias de fiel amante».

El primer relato con el que se inicia el libro es La luz del Edén. No podía ser de otro modo, ya que en él se nos presenta la cosmogonía de este nuevo mundo. Es el relato del nacimiento de Tierra Leyenda, de sus dioses, de su estructura divina; es la creación de todo, el principio. Aquí demuestra Miguel Costa su capacidad imaginativa, y cómo a partir de los discos de los grupos de heavy metal Tierra Santa y Avalanch, Tierras de leyenda y Las ruinas del edén respectivamente, que funcionaron como musas inspiradoras, cobró vida toda esta historia:

«Al son de la melodiosa música celestial del Edén, el mundo de los dioses, brotaban llamaradas azules y rojas, hermosas como flores de diversos colores bañadas de gotas de rocío al amanecer».

De los dioses a los mortales. Pero no cualquier mortal, sino el gran héroe: Moïn. Así continúan estos Cantos de Tierra Leyenda. Moïn es un héroe inspirado en los templarios, de hecho Miguel Costa llama a la orden a la que pertenece Moïn los têlumienses. Estos son grandes guerreros, monjes guerreros, pertenecientes a la Orden de Têlum, una organización religioso-militar. Miguel Costa no escatima en detalles para dar veracidad a su historia, nos habla del estandarte de la orden, de su patrón, de su fe, de su bravura, de sus ropajes, e incluso de cómo sentían y cómo vivían. Nos transporta a ese idealismo de un cuerpo de élite formado por hombres de moral fuerte, comprometidos, justos y valientes:

«Los monjes guerreros, con sus grandes espadas de acero y sus resistentes armaduras y yelmos, iban envueltos en los ropajes marrones propios de su Orden, con un sol rojo bordado en el pecho, símbolo de la libertad que representaba su fe hacia el dios Enesïon, el Señor de la Luz, el hijo del dios supremo Asërion».

La Antología continúa con Enesïa. Este relato nos habla, como su nombre indica, de Enesïa, uno de los muchos reinos de Tierra Leyenda. Reino habitado por los auris, una raza especial, de luz. Miguel Costa dota a estos seres de dones mágicos, y de enigmáticos y bellos ojos de gato. Seres valientes, que vivían muchos siglos, en simbiosis con la naturaleza. Pero además de los auris, se nos presentan al resto de seres de este reino: linces, lobos negros, orcas, osos blancos. Y cómo no, a los hombres y a otros seres menores como los securis. También, Miguel Costa, nos presenta a los seres de la oscuridad, creados por los dioses oscuros: los temibles dragones negros, los minotauros, los gigantes, los tarkos y los dîrus o brujos negros. El mundo de Tierra Leyenda va creándose, creciendo, tomando forma.
Y como en toda historia, así como en Caín y Abel, o la manzana de Eva, la traición, latente en nuestras vidas, como una serpiente, llegará también a este mundo. Y todo él se verá convulsionado por la ambición y el deseo. Todo envuelto en telas de araña de poder, orgullo, magia, engaños, amor, deseo y muerte.

«Ariúm era muy orgulloso y en extremo ambicioso. De la estirpe Trukën, que en auri significa poder, deseaba una inmortalidad que no poseía y eso hacía que en el fondo de su corazón sintiera mucho rencor a sus dioses, los creadores de todos los planos de existencia».

Los tres relatos que siguen, El brillo de las espadas, Edén y Luz de Luna, se centran en personajes femeninos: la auri Valesïa, la protagonista de la primera novela de Miguel Costa; y la dîrus Elinâ, protagonista de su segunda novela. Lo mismo ocurrirá con el relato Luz del Crepúsculo, en donde se nos presenta a Tineâ, protagonista de su tercera novela. Las tres serán clave para la salvación de su mundo. Mujeres fuertes y luchadoras, que se enfrentarán a las adversidades y a todo lo establecido con valentía y decisión. Como vemos pues, los personajes femeninos en la narrativa de Miguel Costa son fuertes, guerreras dueñas de su propio destino. 
En sus escritos es muy habitual ese protagonismo femenino, esa presencia poderosa e independiente que en la actualidad se está reivindicando y que se echaba en falta en la literatura. No por nada, sus tres novelas de fantasía llevan el nombre de tres grandes mujeres: Valesïa, Elinâ y Tineâ. Cada una de ellas con características propias que las definen y que las hacen únicas; marcadas por un pasado, tan diferente, incluso en algunos casos tan terrorífico, que las transforma a los ojos del lector en ejemplo de superación y de cambio, de lucha contra las injusticias por un mundo mejor y más equitativo. Se nos transporta a la actualidad, a nuestra realidad más cercana, para ver a través de los ojos de estas heroínas un hálito de esperanza, un papel de la mujer que hasta el momento se le había negado en el género de la fantasía, donde era el caballero andante el salvador de la doncella indefensa.

«Ella sola, una simple dîrus del Reino Oscuro, había conseguido agitar los mismísimos cimientos del universo.
Su nombre era Elinâ, Luz de Luna».

En La rebelión de los Malditos, nos transportamos al mundo oscuro, al mundo terrible de los monstruos del Averno. Estos seres del infierno se nos presentan como entes sin piedad, bellos en su maldad, hipnóticos en su crueldad; pero a la vez dotados de un extraño sentido del amor, pese a todo. 

«Bellos son tus grises ojos, como la fría amanecida,
sombríos como el silencio de la madrugada. Bellos,
hermosos como el suave viento que ondula tus cabellos.
Delicados y pulcros como la seda, como la luz surgida
de mil estrellas, pintadas en el firmamento del Cosmos
(…)
Pero incomparables, mi dama, con tus grises y bellos ojos».

Este relato se centra en los tarkos, una horrenda especie al servicio del mal, con rostros porcinos, de largos colmillos y ojos amarillos. Grandes guerreros, aliados de los brujos negros; aunque traicioneros y llenos de avaricia y odio. Esta historia se centra en uno de estos monstruos, Trûn. Pero Miguel Costa, nos lo presenta, como es también habitual en él, como un ser diferente. En su mundo de oscuridad y muerte, Trûn no deja de ser un servidor fiel de su señora, Sirinea, un ángel del infierno. Pese a ser uno de los monstruos del mundo oscuro es un ser con dignidad, con sentido del deber y fiel a su palabra.
Así, el mundo que nos presenta Miguel Costa, pese a estar dividido entre el Bien y el Mal, no deja de verse atravesado muchas veces por personajes que no encajan en esa división, tan estereotipada, tan plana, Y eso dota a estos seres de un cariz especial y muy interesante; ya que les otorga profundidad, humanidad, en definitiva. Y eso hace que te sientas identificado totalmente con Trûn y que veas su mundo a través de sus ojos, de sus palabras, de sus sentimientos. Es un ser versado, que conoce las tradiciones, que siente, que gusta de la poesía, como de estos versos que recuerda en un momento dado:

«Las bestias aladas surcan,
al ocaso, las nubes oscuras,
en el terrible feudo de las criaturas
y seres de las tinieblas».

En El Guardián del Cosmos aparece un curioso personaje, Tag. Este ser dota a toda la narrativa de Miguel Costa, ambientada en Tierra Leyenda, de misterio y magia. Tag aparece tanto en sus novelas como en algunos de sus relatos, en principio como en un ser extraño, un sabio, un anciano con conocimientos que se escapan a los mundanos, que está presente en todos lados, y que es más de lo que en un principio aparenta. Ese halo de misterio que lo envuelve, resulta atractivo para el lector. No deja de ser aquello que no se puede dominar, que te sorprenderá en el momento que menos lo esperas y que dará esa pieza del rompecabezas que hacía falta para solucionar el conflicto iniciado. Es un personaje que sabe más incluso que el propio narrador, que esa voz que nos habla desde la historia. No interviene activamente en ella, normalmente, pero sí que da esas pinceladas tan necesarias en muchos momentos y que como objetos mágicos ayudan a los protagonistas a seguir adelante. Siempre que aparece es el preludio de la tempestad, de la vorágine de acontecimientos que trastocarán la vida tranquila y pacífica de sus habitantes. Nadie sabe quién es realmente, pero todos le obedecen; ya que sospechan que es alguien muy poderoso. No dejamos de ver a Gandalf, el mago de El Señor de los Anillos, inventado por el maestro J. R. R. Tolkien, al pensar en nuestro Tag. Ya que ambos gustan de los pequeños placeres de la vida como el tabaco y los anillos de humo. Un guiño que nos hace Miguel Costa a este gran genio del género fantástico a través de uno de los grandes personajes de sus novelas.

«Tag se sentó sobre la hierba. Cruzó las piernas, como bien hacía cuando meditaba y su mente divagaba libre, en ocasiones sin rumbo, por los sutiles planos de la Existencia, por los mundos astral y mental. Con suma calma, sacó una pipa de color azul con runas blancas de un bolsillo de su túnica, la llenó de tabaco mentolado y comenzó a fumar, exhalando grandes bocanadas de humo verde hacia el cielo».

La antología finaliza con un texto poético Canción de Tierra Leyenda. Todo un canto a ese mundo mágico creado por Miguel Costa. Es toda una oda a sus bosques, a la naturaleza que puebla todo este mundo, al universo que nos rodea y nos extasía; a la memoria colectiva de un pueblo a través de sus historias, su poesía, sus leyendas. Todo un canto, en definitiva, a la vida y a la creación en estado puro:

«Al crepúsculo, el día muere como las hojas de los árboles en otoño, y los auris, vetus y demás criaturas mágicas, observan en el cielo miles de estrellas brillantes, extasiados, y a la vez temerosos, ante la inmensidad del universo infinito, la Existencia, el Todo; mientras emergen del vacío bellas notas de sus antiguos poemas y canciones. Son los Cantos de Tierra Leyenda».

©Virginia Alba Pagán, 2019



INFORMACIÓN DEL LIBRO 

AUTOR: Miguel Costa 

ENLACE DE COMPRA:

PÁGINAS: 195

SINOPSIS:

Cantos de Tierra Leyenda es una antología compuesta por diferentes relatos ambientados en el mundo fantástico de Tierra Leyenda. Un mundo que su autor, Miguel Costa, fue construyendo en su primera novela Valesïa y posteriormente en Elinâ y Tineâ. Es todo un mundo que al modo tolkiano ha cobrado vida y cuerpo, llenándose de agua y de tierra, de seres mágicos de luz y de oscuridad, de historia y de leyendas. Todo un arte solo al alcance de unos pocos, con la suficiente imaginación como para transportarnos a otras galaxias, a otros universos repletos de magia y de belleza. ¿Nos acompañas en esta aventura?


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