Toda mi vida me he visto invadida
por diferentes sentimientos respecto a escribir o no escribir más y tirar la
toalla, dependiendo de muchos factores. Si al final no lo he hecho, es porque
para mí siempre ha sido una necesidad básica, como comer o respirar. Pero es
verdad que la desazón ha podido conmigo muchas veces, ese desánimo que se
ancla en tus entrañas y que te hace cuestionarte una y otra vez; sobre todo a
raíz de numerosas negativas, de concursos que para lo único que han servido ha
sido para gastarte dinero en fotocopias y en envíos sin respuesta. O eso creía
yo, luego me di cuenta de que no. El participar en todos ellos me llevó a
escribir, a no cejar en mi empeño, pese a mis tiempos de luto, claro está, en
que el enfado y la desilusión me hacían tomarme unas vacaciones literarias.
Pero alguna alegría vino: una
mención, un puesto de finalista... Y tras conocer que muchos de los premios
están amañados, un lugar entre los diez primeros es ya un triunfo. Por ello,
nunca debemos dejar nuestro sueño, pese a que no se nos reconozca como creemos
que debería ser. Bien sabemos que muchos de los grandes escritores nunca
ganaron ningún premio, nunca los publicaron, y fueron rechazados una y otra
vez.
He aquí algunos de ellos, para
que vuestra alma inspirada por las musas no caiga nunca en ese pozo de negación y se levante
siempre con la sensación de que aquello que hace es aquello que desea hacer,
pese a todo.
Agatha Christie tuvo que aguantar bastantes rechazos durante varios
años. Suplicó sin desfallecer tocando puerta tras puerta, y escribiendo nuevas
novelas. Al final fue escuchada. Hoy en día es una de las grandes de la
literatura de suspense.
Gabriel García Márquez vio como rechazaban su primera novela La hojarasca, y no solo eso, sino que le
aconsejaron que dejara de escribir y que se dedicara a otra cosa. Gracias a
dios, no hizo caso, y hoy en día es uno de los grandes de la Literatura
hispanoamericana.
Rudyard Kipling fue despreciado por una editorial que le
dijo que no sabía usar el inglés para escribir. Aquel editor no debía de ser
muy sagaz, ya que estaba hablando del futuro Premio Nobel.
Georges Orwell autor de la novela Rebelión en la granja conoció también el rechazo, y tuvo que
trabajar de lavaplatos; pero siguió escribiendo y no se rindió.
Jonh le Carré, el autor de novelas de intriga y espionaje, tuvo que
soportar que se dijera de él que no tenía futuro en la literatura. Muy poco
avispado ese editor, desde luego.
Ernesto Sábato vio como su novela El Túnel fue rechazada por todas las editoriales de Buenos Aires.
Increíble, ¿no?
J.R.R.Tolkien, el gran creador
del mundo de la Tierra Media, tuvo que escuchar que era lingüista y que, por
tanto, su obra carecía de valor literario, y que sus personajes carecían de
profundidad. ¡Menudo lumbreras el que dijo aquello!
J.K.Rowling recibió muchos rechazos de editoriales con el argumento
de que una novela de magos no interesaba a nadie. Hasta doce editoriales
rechazaron Harry Potter y la Piedra Filosofal. ¡Aún deben estar tirándose
de los pelos!
Frank Herbert, el autor de Dune, tuvo que ver como su novela fue rechaza
hasta veinte veces. Hoy en día es uno de los hitos de la novela de ciencia
ficción.
Ana Frank. Su diario fue rechazado hasta quince veces. A su padre
le decían que la novela no tenía el suficiente sentimiento para que el libro
tuviera interés. ¡Si es que aciertan de pleno!
Y así muchos más autores como James Joyce o Stephen King. De esto, por
tanto, debemos aprender a no desfallecer, a seguir luchando, intentándolo y
escribiendo. Si lo que haces lo haces con pasión, ¡hazlo siempre! ¡Te digan lo
que te digan!