INSOMNIO
Y cerró los ojos en aquella prisión de su cuerpo y de su mente. El grito obsceno de su angustia la rajó de parte a parte y se encogió en sus sueños más despiertos. El terrible ser de su conciencia no le dejaba dormir. Nunca le dejaba descansar de sus horribles pensamientos. El arte del insomnio estaba en cada esquina de su cama, agazapado, esperando abalanzarse sobre su desprevenida víctima.
©Virginia Alba Pagán, 2017
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